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Psicología

La Llamada Inteligencia de Juego.
La mayoría de las acciones son provocadas y dirigidas por actividades cognitivas (valorar, planificar, decidir). Por lo tanto, las capacidades cognitivas como la valoración, la elección o la resolución de problemas se consideran que forman parte de la inteligencia. El jugador utiliza las capacidades cognitivas continuamente, ya sea en fase ofensiva: visión, previsión, participación… como en fase defensiva: previsión sobre las acciones del rival, al igual que planificación, decisión y determinación en la recuperación del balón. Por eso, se habla de inteligencia de juego, pues cuanto más inteligente sea un jugador en sus intervenciones, más alto será su rendimiento a nivel técnico-táctico. En competición estas capacidades se manifiestan en el juego sin balón, en un comportamiento de juego imprevisible y en un buen posicionamiento. Una deficiente inteligencia permite una limitada participación activa en los acontecimientos del juego. El comportamiento prometedor se deja más o menos al azar, y la reacción sobre las acciones inesperadas del rival llegan demasiado tarde. La llamada inteligencia de juego apenas está sujeta a influencias hereditarias, sino que se adquiere y desarrolla por la continua confrontación activa con las impresiones del entorno y por las modificaciones de este logrado por las propias actuaciones. Los factores que estimulan e influencian la evolución de la inteligencia son: la diversidad de la oferta estimulante, la posibilidad de confrontarse con las condiciones del entorno o el acercamiento exploratorio hacia las mismas. La condición para un comportamiento exploratorio de este tipo es la aproximación a nuevos estímulos, esta curiosidad representa la base motivacional para la experimentación, o sea búsqueda y descubrimiento propios, que son una condición importante para la evolución de la inteligencia. Por eso la condición básica para moldear la inteligencia de juego debe ser la confrontación temprana y continua con el entorno de la competición. El jugador experimenta y aprende en la competición por la confrontación activa y exploratoria con el entorno. Para un comportamiento de juego creativo son estimulantes la novedad o el cambio, la sorpresa y la complejidad, al igual que la duda sobre el triunfo o la derrota. Todos los juegos de equipo reglamentados contienen estos momentos en diversas manifestaciones.

Aprender del Resultado.
Los ejercicios que modifican y renuevan continuamente las situaciones, favorecen el comportamiento exploratorio. El entorno (compañeros, rivales) y sus acciones imprevisibles influyen en el desarrollo del comportamiento de juego, respecto a los factores psíquicos más importantes, como por ejemplo: la valentía para arriesgar, la facilidad de tomar decisiones o la creatividad. Estas condiciones ambientales únicamente las ofrecen los juegos de equipo. Durante un partido el jugador aprende continuamente con los "feedback" de su comportamiento. Si este es exitoso se confirma su valoración y decisión como punto de partida. El jugador percibe una relación positiva entre el comportamiento mostrado y la situación actual. Por tanto en situaciones parecidas las posibilidades de que decida comportarse de una manera similar son mayores. Aunque la continuación del juego no muestre el resultado deseado, el jugador habrá aprendido. Pues en situaciones parecidas las posibilidades de que modifique este comportamiento infructuoso serán mayores. Generalmente se define el aprendizaje como la modificación de un comportamiento existente o como la adquisición de un comportamiento nuevo. Para el proceso de aprendizaje son responsables entre otras cosas las condiciones del entorno. A estas les corresponde una importancia especial ya que cada evolución siempre presenta también una tendencia contraria. Cuando un individuo es conducido hacia un camino determinado al mismo tiempo necesariamente se le cierran otros. Es decir las condiciones del entorno son condiciones del aprendizaje, pues está influenciado por el entorno del entrenamiento. Un entorno no próximo al juego, a menudo también conduce a resultados de aprendizaje irreales. En consecuencia para el aprendizaje de comportamientos de juego se ha de establecer la relación hacia el entorno real del futbolista (compañeros, rivales, porterías, condiciones de competición). Un entorno de juego acorde a la competición desde el comienzo del aprendizaje construye un amplio repertorio de comportamientos e impide la aproximación a esquemas de comportamiento incompletos. El juego de equipo es la única forma de ejercicio que cumple estas condiciones de aprendizaje a través de compañeros, rivales y una incesante continuación del juego conforme a la competición. Por eso la didáctica de juego basada en las situaciones enseña todas las capacidades técnicas y tácticas acentuándolas y aplicándolas dentro de la competición. 

No Hay Rendimiento Sin Motivación.
Los motivos son considerados como intentos de explicar el comportamiento humano, que en la mayoría de los casos se puede atribuir a una predisposición psíquica que lo provoca, una motivación, sin esta no es posible ningún éxito. La motivación en el fútbol se ha de ver esencialmente en el objetivo de ganar un partido, en conseguir goles y en pugnar por el balón para conseguir esos goles. La estrecha relación entre este objetivo y el esfuerzo similar del rival exigen un rendimiento que ha de ser superior al de este. Esta motivación para rendir consta de 2 componentes relativamente independiente entre ellos: la esperanza de tener éxito y el miedo a fracasar. La motivación será efectiva cuando las tareas y metas propuestas le parezcan al jugador dignas de esfuerzo. Al contrario no se activará si las metas son insignificantes, es decir que el miedo al fracaso sea demasiado grande, que la tarea parezca demasiado difícil o cuando el éxito es demasiado fácil de conseguir. Por lo tanto, la motivación para fomentar el rendimiento es una condición importante en el fútbol, de manera que también se puede utilizar para el aprendizaje del comportamiento de juego. Tareas con una recompensa visible como el reconocimiento de los compañeros motivan para una mayor aplicación en la competición. Por consiguiente han de estar adaptadas al nivel individual de rendimiento, es decir, no deben ser demasiado difíciles ni demasiado fáciles. En la didáctica de juego basada en las situaciones estos conocimientos encuentran su lugar en la reglamentación y en la formulación de las tareas del juego de equipo. La relación directa entre la valoración y el elemento del comportamiento de juego aplicar inciden en el aprendizaje y le muestran al jugador el éxito o el fracaso de su comportamiento. Las diferentes posibilidades de modificar el grado de dificultad de las distintas tareas dentro de un juego de equipo también permite incitar al rendimiento a jugadores de diferente nivel, es decir motivarlos a jugar al fútbol. Se pueden derivar algunos conocimientos de psicología que trata la inteligencia, el aprendizaje y la motivación, para la formación del Fútbol: 
  • Para el aprendizaje del comportamientos de juego se han de garantizar las características reales del entorno y de la competición como condiciones del ejercicio y del aprendizaje, es decir compañeros, adversarios y valoración del juego. 
  • Las tareas y reglas de un ejercicio deben ofrecer y garantizar al jugador mucha libertad para actuar con diversidad exploratoria y también creativa a fin de que con su comportamiento pueda influenciar y condicionar el transcurso del juego y en el comportamiento de sus compañeros y adversarios, al igual que estos también pueden hacerlo con el comportamiento propio. 
  • El grado de dificultad de los ejercicios debe estar adaptado al nivel de los jugadores. 
  • Los ejercicios con experiencias visibles de éxito motivan y predisponen al rendimiento, es decir, el jugador ha de poder controlarlos por criterios de valoración medibles.

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